EL DÍA EN QUE CASI DUERMO EN UNA ISLA ABANDONADA

Camino contenta hacia nuevas aventuras. Hoy, voy a la isla de los conejos!! Que felicidad!

 

La dueña de la casa donde me hospedo, es muy agradable. Me pregunta si esta noche voy a cenar con ellas. 6 y media es el horario. Ok, es temprano, pero ya debería estar de vuelta de la isla en ese horario.

 

Tengo que ir a Tadanoumi a tomarme un ferry. El clima está horrible, llovizna y hace frío; pero nada me desanima. 

 

El viaje por agua es corto. Camino e investigo la isla toda la tarde. Encuentro mucha historia, parajes preciosos y edificios abandonados. Los conejos me acompañan durante todo mi paseo.

 

Camino por la costa, mientras el viento del mar me golpea la cara. Miro la hora. Aún tengo un poco de tiempo. A las 16:30 parte el barco de vuelta. 

 

Llego al muelle que desembarqué y no hay nadie. Solo un señor con gorrito y uniforme, parecido al de los guardas de tren. Trato de preguntarle por mi ferry, pero solo sabe japonés. Me dice cosas que no entiendo, y me hace como una seña de equis con los brazos. También señala con el brazo hacia su izquierda. No entendí nada, pero asiento con la cabeza, le digo arigatou y camino hacia el lugar que señaló.

 

Pasa un hombre en bicicleta. Va despacio y me observa. No haga eso señor, que parece una película de terror. Y la verdad, me está preocupando el no ver a nadie. Y si ya se fueron todos los barcos que hago?

 

Sigo camino hacia donde me indicó el tipito. El sol está bajando lentamente, y mi inquietud subiendo rápidamente. Sé que los barcos funcionan hasta cierta hora, y luego cortan hasta el otro día. Si me pierdo el último barco, no hay donde dormir ni donde comer en esta isla. 

 

Por suerte, veo unos chicos caminando. Me acerco a uno de ellos, y le pregunto si habla inglés y, aleluya! Si! Le muestro el cronograma de ferris y le pregunto qué onda con el de las 16.30. Me dice que ese no sale hoy, que hay que esperar hasta las 18:15 en ese otro muelle que está más adelante.

 

Mierda! No entendí el papelillo y la cagué. Por lo menos no me lo perdí. El de las 6 de la tarde es el último. Si me perdía ese, me quedaba a dormir en la isla con los conejos. 

 

Pero no sé qué onda, ya se fueron todos. Los chicos se alejan y se meten por lugares donde no los veo. Está oscureciendo. El silencio es absoluto. Saco fotos del atardecer y me siento en una glorieta de madera. Algunos conejos van y vienen por mi alrededor.

 

Reviso mis mensajes de airbnb. Keiko me escribió por ahí. Le aviso que no voy a poder llegar a la cena, puesto que perdí mi barco. Le pido disculpas y me dice que no hay problema. 

 

Espero en la oscuridad, escuchando, y acostumbrando mi vista a la penumbra. 

El muelle esta en frente mío. Tiene una luz. Es lo único que ilumina un poco esta zona. Para adentro de la isla se ve muy negro.

 

Escucho voces. Vuelven los chicos, y se sientan en un lugar cercano al muelle. 

Los minutos parecen eternos, pero finalmente veo un barco acercándose. Viva!! Puedo volver a tierra firme!

 

Luego de un corto viaje, llegamos a Tadanoumi. Enfilo para la estación de tren, los chicos hacen lo mismo. 

No hay guardas, ni nadie. Es una estación muy de pueblo. No sé en qué andén para mi tren. Todo está escrito en japonés y no entiendo nada. Buuaahh, porque se me hace tan difícil regresar a casa hoy!?

 

Pensemos. Como me bajé de este andén, cruzo al de enfrente. Me siento en unas sillas de espera, y, efectivamente, espero. Vienen los chicos y también se sientan. Los veo que revisan Google maps en sus celulares y hablan. 

Los chicos se paran, y vuelven a cruzar al andén de enfrente. Los veo que se meten en la estación, y miran carteles y mapas. 

Salen, y me hacen señas y me gritan que cruce. Parece ser ese el andén correcto. Les grito que voy para Mihara, y me dicen que si. Les agradezco, y nos sentamos a esperar.

 

Reviso los mensajes. Keiko volvió a escribirme para saber si estoy bien. Le respondo que sí, pero que ahora me perdí el tren. Tengo que esperar como media hora al otro. Y después el viaje es de más de 40 minutos. 

 

Finalmente, llego a Mihara. Los chicos se bajan conmigo. Me despido y les digo gracias! Me salvaron de estar esperando como una boluda un tren que me llevaba a otro lado. También me ayudaron a no perder mi barco. 

Menos mal la casa de Keiko esta acá enfrente.

 

Abro la puerta y entro, aliviada, de finalmente poder llegar. Son las 8 y media de la noche, me habían dicho de cenar tipo 6, así que imagino que ya están cada una en su habitación. Enorme es mi sorpresa, cuando paso por la cocina, y cuatro mujeres sentadas a la mesa, me reciben con gritos de bienvenida. Wow! Keiko está con la chica que se hospeda, y también con dos amigas más. Me esperaron! No puedo creerlo! Y la mesa está llena de comida!

 

Agarro las cervezas que compré y las llevo a la mesa. Les digo que había comprado eso, que disculpen mis fachas porque fue un día muy largo, y que muchas gracias por esperarme.

Comemos, bebemos y charlamos un montón. Una reunión de chicas, en una casa tradicional japonesa! 

 

 La verdad, que mi accidentado día, tuvo un digno final japonés. 

 

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