EL DÍA QUE CONOCÍ LA NIEVE

Me despierto temprano. Está amaneciendo. Sssiii!!! Hoy voy a ver los Alpes Japoneses!!! Me levanto de un salto. Me lavo la cara, me abrigo y salgo al balcón. Uffff, que frío hace en Toyama!

 

Miro hacia la izquierda. Uhhhh! Puedo ver las montañas desde acá! Qué lindo!! Tienen los picos nevados! Aunque está un poco nublado. Miro hacia la derecha. Uhhh, está muy nublado para aquel lado. Bueno, no importa. Seguro el tiempo se va recomponiendo. Voy a desayunar y prepararme!

 

 

Hay un anafe eléctrico. Está todo escrito en japonés. No tiene muchos botones. Debería adivinar. Lo enchufo y toco todo. No pasa nada. Intento un rato. Sigue sin pasar nada. Apoyo la pava sobre el anafe y vuelvo a tocar los botones. Ahí si funciona! Ahhhhh… Asumo que, por seguridad, no funciona si no tiene algo encima.

 

Menos mal, el agua se está calentando. Me vuelvo loca si no puedo tomar mi primer café de la mañana.

También como unos panes con queso. Ese que es tipo quesito Adler. Me gusta. Y es algo que suelo comer en casa.

 

Termino. Me abrigo otra vez y salgo al balcón. Quiero fumar un pucho y ver cómo sigue el tiempo. Están cayendo gotas. Que bajón. Bueno, no me importa. Voy a vestirme y guardar todas mis cosas así arranco.

 

Me abrigo bien. Ya sé que afuera hace frío. Pero se supone que voy a subir a los alpes. Ahí debe hacer más frío.

 

Salgo, y camino hasta la avenida. Uuhhh! Una máquina expendedora de cigarrillos. A ver! Tiene un montón de marcas conocidas, pero con variedades completamente desconocidas para mí. Voy a sacar alguno raro. Pongo las monedas, pero me las devuelve. Intento un par de veces, pero sigue devolviéndomelas.

 

Aaaahh! Ahora me acuerdo! Leí que, para poder sacar cigarrillos de las máquinas, tenes que tener una tarjeta que asegura que sos mayor de edad. La pedís en las tabaquerías.

 

Le saco una foto a la máquina. Pasa un señor japonés, me ve, y se ríe. Me da un toque de vergüenza. Parezco un mono. Pero él es muy amable. Me habla en inglés y me pregunta de dónde soy. Le cuento. Y le digo que en mi país no existen este tipo de máquinas, y que su país es muy moderno comparado al mío. Me dice que hace frío y le digo que no importa. A mí me gusta. Pero a él le gusta el calor. Le comento que en mi casa está llegando el verano, y que prefiero estar acá, bien abrigada. También le cuento que me estoy yendo a conocer los alpes. Me desea que la pase muy bien en Japón, y nos despedimos. Que agradable señor.

Llovizna. No traje el paraguas. Me iba a incomodar en este viaje. Me pongo el gorrito de lana y sigo camino. Tengo unas cuantas cuadras hasta la estación de tren de Toyama. No miro el mapa. Debería acordarme por dónde ir. Anoche vine desde allá.

 

Paso por un puentecito. Es un canal. Y está rodeado de árboles con los colores del momiji. Las hojas cayeron en las escalinatas que dan hacia el canal. Las gotas de lluvia repiquetean en el agua. Se ve hermoso! Saco la cámara y tomo algunas fotos. Sigo caminando, porque llueve.

 

 

Cada tanto paro a sacar fotos de alguna calle. Casi que no hay gente. Es sábado por la mañana. No sé si es por la lluvia o porqué.

 

 

Me doy cuenta que recuerdo el camino muy fácilmente. Me pone contenta. Se ve que tengo buena memoria.

 

Llego a la gran estación de Toyama. Es grande. Se ve moderna. Busco el andén de mi tren. El que me lleva a la estación Kurobe-Unazukionsen. No hay nadie. Todavía pienso que es como en casa. Acá los horarios son tan exactos que la gente llega dos minutos antes de que pase el tren.

 

Tengo sed, así que saco una bebida de una maquinita. Un jugo Tropicana de naranja y durazno. Es delicioso. El andén tiene barandas de vidrio. Y los asientos para esperar son individuales con una mesita al lado cada uno. Qué curioso. Es muy cómodo.

 

 

La hora se acerca y llegan algunas personas. Hacemos fila en las líneas asignadas. Viene el tren. Las barandas de vidrio se abren automáticamente y entramos.

 

Busco un asiento en la ventanilla. Me gusta mirar por cada lugar que paso. Viajo en Shinkansen otra vez. Me encanta! Voy hablando con amigos, mientras miro las montañas con sus picos nevados pasar.

 

Llego y la estación es muy linda. Tiene ventanales. Miro hacia afuera y está saliendo el sol! Qué bien! Encuentro la salida y salgo al exterior. Mmmm… Hay autopistas. Parece zona de nadie. No hay gente. Que pasa con la gente? Dónde están? Tengo que encontrar la estación Shin-Kurobe. Es otro tren que me tengo que tomar para llegar a la estación del tren turístico. Me doy cuenta que ni me fije para donde tenía que caminar.

 

Bueno, cruzo a ver qué onda. Quizás es allá enfrente.

 

Vista desde la estación Kurobe-Unazukionsen.
Vista desde la estación Kurobe-Unazukionsen.

 

Hay una oficina vidriada. Del otro lado se ven las vías del tren. Tampoco hay nadie. Alguien me puede decir donde está la gente? Entro a la oficina. Hay carteles de la garganta de Kurobe. Ahí es donde voy yo! Aparece un señor vestido como guarda de tren. Un poco de señas, un poco de inglés, y entiende hacia donde quiero ir. Compro un ticket ida y vuelta a Unazuki Onsen. Me indica donde está el andén.

 

Tampoco hay nadie. Tengo que esperar como media hora a que pase. La estación está enfrente de casas, y campos de cosecha. No se escucha ni un ruido, solo el murmullo del viento. Que bien que se está acá. Creo que me gusta esperar en las estaciones de Japón. Saco fotos y espero.

Llega el tren y el señor se asoma para indicarme que es ese. Arigatou gozaimasu!

 

 

Subo. Es un tren viejo. Muy de pueblo. Las ventanillas tienen tierra. Sin embargo los asientos tiran calor.

 

Solo hay una persona en el vagón. Un chico oriental de anteojos. Esta vestido raro. Lleva bermudas y abajo algo asi como una calza gris. Porque no se puso un pantalón largo directamente? Curioso.

 

Miro por las ventanas. Pasan granjas viejas y campos de cosecha. También nos vamos acercando a los alpes. Que emoción tengo! Es una de las cosas que mas esperé de estas vacaciones. Pasear por la garganta de Kurobe con un trenecito sin cristales en las ventanas. Quiero sacar mil fotos, y los vidrios me tirarían reflejos.

 

Creo que esta es la estación en la que tengo que bajar. Voy a preguntarle al chico raro. Tengo miedo de pasarme.

 

Sabe inglés y me confirma que es acá. Baja conmigo y caminamos juntos hacia la próxima estación. Charlamos un poco y me cuenta que hoy, mas temprano, no salieron los trenes turísticos. Arriba estaba nevando y había mal clima.

 

Estaba nevando! Aparte de ver los alpes, voy a conocer la nieve! No pensé que en otoño nevara. Me emociono el triple.

 

El clima en esta zona vuelve a estar horrible. Llovizna. Entramos juntos a la estación y nos dirigimos a la ventanilla. La chica solo habla japonés. Pero él, me ayuda a comprar mi ticket. Aún falta un rato para que salga el tren. Le agradezco y me pongo a investigar la estación. Me acerco a un local que vende cositas de la garganta de Kurobe. Voy a comprar algo! Mi idea es comprar recuerdos de todos los lugares que sean importantes para mí.

 

Compro unos imanes en relieve y muy coloridos del tren turístico. Y también me compro una cuchara con forma de pala. Simboliza el trabajo en las granjas de la zona. Me gustan mucho las cucharas raras! Así que es un muy buen recuerdo.

 

Hay una escalera. Subo, y en el segundo piso hay algo así como un comedor y un mini museo. También ventanales con hermosas vistas.

 

Vuelvo a bajar y me quedo cerca de los molinetes. Hay un grupo de orientales también esperando. Veo a un tipo disfrazado de árbol de navidad. Si. Leyeron bien. Disfrazado de ARBOL DE NAVIDAD. Las chicas del grupo de orientales se sacan una foto con él y se ríen. Él está contento. Me gustaría sacarme una foto con el árbol. Pero me da un toque de vergüenza.

 

Es la hora. Aparecen unos guardas y abren los molinetes. Cuando le doy mi ticket al señor, y ve que voy a tomar el vagón sin cristales, me dice: Bbrrr, mientras se frota los brazos. Está sorprendido de que voy a tomar ese y cagarme de frío. Le sonrío y paso.

 

Tengo el vagón número 2. Me siento, y ya estoy demasiado emocionada. Saco la cámara de la mochila, y ya me acomodo para estar lista apenas salgamos!

 

Se acerca un guarda muy alto e intenta decirme algo. No le entiendo. Se va, y vuelve con otro.

Me dicen que como hay muy poca gente, vaya al vagón 7, para sacar mejores fotos en las curvas.

Wow! Que amables son! Los quiero. Un guarda viejito y petiso saca la cadenita del vagón para que yo pase. Creo que me ven cara de muy emocionada y les caigo simpática. Me pregunta de qué país vengo. También me pide la cámara para sacarme una foto, y me pide que haga una pose muy ponja. Me divierte y lo hago. Le agradezco, y se va a seguir con sus tareas. Que adorable viejito!

 

El tren arranca. Creo que estoy a punto de hacerme pis de la emoción. Voy a pasear por los Alpes Japoneses!!!

 

En el andén, los tres guardas me saludan con la mano y una enorme sonrisa. Me siento que tengo 5 años y estoy en la calesita. También me hace sentir reconfortada y muy feliz. Creo que es porque estoy sola, y tengo que aguantar toda esta emoción sola. Les respondo de la misma manera, y a la aventura!

 

WWWWOOOOOOOOOWWWW!! Que hermoso que es esto! A mi izquierda está el puente rojo que vi en fotos! Y a mi derecha otro puente y los alpes! No sé para qué lado mirar!

 

 

Siento que parezco una loca. Grito emocionada por cada cosa que veo. Giro para un lado y para otro y no puedo parar de sacar fotos. Menos mal, voy yo sola en el vagón. Sino no podría dar rienda suelta a mi locura.

 

El tren va despacio. Justamente porque es para pasear. Se supone que para en cuatro estaciones. Y después da la vuelta de regreso. Pero por el mal clima solo va a parar en dos. Podes bajarte en las estaciones que quieras, investigar el lugar, y tomar algunos de los trenes que vengan detrás. Pero aún llovizna cada tanto, y es medio tarde. Si me entretengo de mas, no voy a poder llegar a la cima. Me conviene seguir con el trenecito hasta la última estación.

 

A medida que subimos, va haciendo más frio. Tengo guantes de lana, pero el de la mano derecha me lo saqué, para manejar mejor la cámara. Creo que en cualquier momento se me congela la mano y se me cae. Wow! Empieza a haber nieve! Qué lindo! Me encanta todo. No puedo creer que este lugar es tan hermoso. Los lagos son de color turquesa. El cielo se está despejando, pero hay bruma. Los arboles tienen sus ramas nevadas.

 

 

Cada tanto, nos cruzamos con trenes que vuelven. En uno de esos, unos niños orientales me sonríen y me saludan con la mano. Hago lo mismo. Que lindos niños. No me gustan las criaturas. Pero los niñitos orientales son tan simpáticos y educaditos que me caen re bien.

 

El camino es largo. Ya estoy bastante congelada, a pesar del abrigo. Llegamos a la última estación. Keyakidaira. Las paredes del andén son como de piedra rocosa. Paso los molinetes y entro. En el medio del lugar, hay una reja cuadrada. Adentro hay una estufa grande. Y alrededor de la reja, asientos. Hay algunas personas sentadas, calentándose las manos y los pies. Que copado! Nunca vi algo así. Es re necesario.

 

Veo un mostrador de cafetería. Voy corriendo y me pido un café bien caliente. Qué bueno! La verdad que pasé alto frío! Pero no me importó. Fueron los mejores paisajes que vi en mi vida.

 

Enfrente de la cafetería hay un local que vende chucherías. También hay más locales, pero están cerrados. Ya es medio tarde. Entro y camino mirando todo, mientras me tomo el café. Salgo del local, termino el café y lo tiro en el cesto correspondiente. Salgo por la puerta central.

 

Vivaaaa! Mucha nieve! Qué lindo! Camino en la nieve, sin importarme que mis zapatillas quizás no sean aptas para esto. Me encanta, nunca había estado en la nieve. Estoy feliz. Conozco la nieve en los Alpes Japoneses. Soy una grosa! Voy hasta la baranda, y miro los alpes de cerca. Allá a lo lejos, un poco más abajo, hay un puente y un camino para ir entre los alpes. Está cerrado. Nevó mucho esta mañana y no se puede pasar. Que cagada.

 

Me gustaría fumarme un pucho. Hace como mil horas que no fumo. Le pregunto a un señor que está paleando nieve. Le hago señas de fumar. Me indica un caminito por el costado de la baranda.

 

Encuentro el lugar, y me fumo un pucho mirando el paisaje. Aaaahh… Que bien me siento. Está atardeciendo. Paseo un rato más por el lugar, y entro a la estación. Me quedé sin batería en el celular. Veo un enchufe debajo de una mesita. Lo apoyo ahí y lo dejo cargando. Me acerco a la estufa y me caliento las manos y los pies. Están congelados. Al final, estas zapatillas que me compré en Don Quijote, se la re bancaron en la nieve. Tengo los pies fríos, pero no están mojados.

 

Pasa un rato, y llega la hora de irme. Es el último tren de vuelta. Los últimos trabajadores del lugar, también vuelven en este. Abren los molinetes, y busco mi vagón. El ticket de vuelta, me lo dieron en uno con ventanas cerradas. Ya está anocheciendo y hace mucho más frío para ir en los otros vagones. No se puede, aunque quisieras.

 

Sigo viendo los alpes nevados por las ventanas. Es de noche. En algunos lugares del camino, hay alguna que otra luz. Este tren de vuelta, va más rápido. Ya el paseo terminó, y en la oscuridad no hay mucho para ver.

 

Llegamos a Unazuki Onsen. Salgo de la estación, y vuelvo adonde me había bajado con el pibe que se vestía raro. A él, ya lo perdí.

 

Es un pueblo chico. La “estación” es un rectángulo cerrado, con ventanas y un molinete hacia el andén. Hay un mini mostrador con un guarda. Y algunos asientos. Hay cuatro o cinco personas. Le muestro al guarda mi ticket, y me indica que falta como media hora para que salga. Le pregunto si puedo fumar afuera y me dice que sí. Joya.

 

Fumo, y vuelvo a entrar. Tienen aire calentito prendido. Se está bien acá. Aún me siento congelada. Espero un rato y observo a la gente. El guarda nos avisa que ya es la hora. Paso por el molinete y me meto al tren. Qué bueno, los asientos tiran calor. Tengo media hora de viaje hasta Shin-Kurobe.

 

Vuelvo al lugar donde no había gente. Ahora es de noche y hay menos gente. Cruzo la calle y entro a la otra estación para tomar el último tren. El tren bala. Hoy tomé seis trenes. Creo que nunca viajé tanto en un día.

 

Llego a la estación de Toyama. Por suerte, no llueve. Pero sigo congelada. Tengo unas cuantas cuadras hasta casa. En el camino, paro en el konbini de la noche anterior. Uhhh! Pizza congelada! También compro unas birras. Y unas mini donas de helado. Necesito reconfortarme de tan frío día.

 

Finalmente, llego al hogar. Bbbrrr, quiero pegarme un baño bien caliente. Siento que me voy a quedar sin pies ni manos. Prendo el aire acondicionado y la tele. Voy a la cocina a buscar una birra, y escucho argentinos hablando. Uoooo! En la tele hay argentinos! Están cantando el opening de one piece! Parece ser un concurso. Que loco. Terminan, y voy a meterme a la bañadera. La dejé llenando apenas llegué. Necesito calentar mi cuerpo. Uhhh, que bien está esto. El final del día, con un baño de inmersión caliente, y una cervecita.

 

Después de volver a tener una temperatura normal, salgo. Pongo la pizza en el microondas, y la dejo un rato más. Quiero que me quede crocante. No me gustan las pizzas blandas.

Para mi sorpresa, lo logro. Está riquísima. Hoy ni almorcé. Tengo un hambre.

 

 

Sigo mirando el programa de concurso. Parecen ser personas de todos los países, haciendo canciones de animes. Es entretenido.

 

Como mis mini donas de postre. Vienen en paquetitos separados cada una. Mmmm, son ricas.

 

Me abrigo, salgo al balcón, y me fumo un pucho. Qué lindo día fue hoy. Estoy completamente satisfecha. Y también, agotada.

 

Ya es tarde. Me lavo los dientes, y me acuesto. Mañana parto a Kyoto. Te voy a extrañar Toyama…

 



coordenadas:

 

Acá les dejo un mapita, con algunos de los lugares que les comenté en esta entrada.

 


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