EL DÍA QUE LLEGUÉ A KYOTO

Abro los ojos. Bostezo. Que temprano despierto todos los días. Quien lo hubiera pensado? Hoy me mudo otra vez. Nunca fui tan nómade en mi vida. Dos días acá, tres allá, cuatro por ahí.

 

Me lavo la cara, me abrigo, y salgo al balcón. Qué lindo se ve el amanecer, con los alpes de fondo! Me gusta Toyama. Quizás me gustaría quedarme un poco más. Pero hoy, nuevas aventuras comienzan. Voy a Kyoto, la vieja capital de Japón.

 

 

Prendo la tele y voy a la cocina, quiero preparar mi desayuno. Descubro una piolita colgando, que prende la luz de la cocina. Desde que llegué, usé la cocina en la oscuridad, porque no encontraba donde está la luz. Bueno, la encuentro dos horas antes de irme. Bien, Laura!

 

Mientras desayuno, preparo mis cosas. Acomodo un poco el departamento, y lavo los cubiertos que usé. Me abrigo y me voy. Dejo el paraguas en el hall. Ya no quiero cargarlo. Según el servicio meteorológico, en Kyoto no va a llover. Y como en Toyama siempre hay lluvias, quizás le sirva al próximo huésped.

 

Interior de tren bala.
Interior de tren bala.

Voy hasta planta baja. Quiero conocer al Sr. Shigeji antes de irme, y su oficina la tiene ahí. Golpeo y entro. Está con su esposa. Me dicen que pase, pero tengo las zapatillas puestas. No les molesta. Me hacen señas de que entre igual. Le agradezco mucho por su atención. Le digo que me gustó mucho el departamento, y que Toyama es muy lindo, en especial los Alpes. El Sr. Shigeji habla muy bien inglés. Trabajó y vivió en Estados Unidos. Me cuenta que fue de vacaciones a San Luis, en Argentina. Ya diez veces! Wow! Carajo, que le gusta San Luis.

 

Me da una cajita redonda. Dice que es mi almuerzo, para mi viaje en tren. Awww, que tierno. Veo que tiene pescado. Pero no me da el corazón para decirle que no como eso, así que lo acepto y le agradezco mucho.

 

Su esposa me va a llevar a la estación en auto. Está lloviendo otra vez, y no quieren que me moje. Son re considerados! No puedo creer que sean tan amables.

 

Me despido del Sr. Shigeji. El auto es grande, espacioso, y muy moderno. Tiene botones en el espejo retrovisor. Me siento y no me pongo el cinturón. El auto hace un pip pip pip. La señora del Sr. Shigeji, me indica que tengo que colocarme el cinturón. Si no lo hago, el auto sigue pitando. Cuanta seguridad.

 

Estamos cerca de la estación, así que llegamos rápidamente. Le agradezco mucho, aunque ella no entiende una mierda de inglés. Pero creo que se da cuenta que es lo que le digo.

Antes de entrar a la estación, miro atrás una vez más. Adiós Toyama. Adiós Alpes. Adiós Sr. Shigeji!

 

Busco mi andén. Tengo que hacer una combinación de trenes a Kyoto. Tardo en llegar, tres horas y media. Aprovecho el viaje para organizar mis días en mi nuevo hogar. Se adonde quiero ir, pero no sé en qué momento iré. Miro el servicio meteorológico. Voy a hablar con Rumi, mi amiga japonesa, a ver si tiene el miércoles disponible. Me dice que no hay problema. Listo. Mañana voy a Fushimi Inari y Bamboo Forest. El martes a Nara. Y el miércoles, me voy a Wakayama. Que días movidos. No me puedo quedar quieta. Quiero ver todo.

 

 

Miro paisajes por la ventanilla, y el tiempo pasa. Llego a Kyoto. Tengo que tomarme otro tren hasta Fushimi Ward. Es donde está el departamento que alquilé. El dueño es un yanqui que vive en Japón. Y tiene un café.

 

 

En este tren, hay bastante gente. A medida que pasan las estaciones, se está vaciando. Bajo en Momoyama. Desde acá, tengo que caminar un rato hasta el café de Barry.

 

Me doy cuenta que mi salida está del otro lado del andén. Y el único modo de cruzar, es subiendo a un puente y bajando por el otro lado. La puta madre. Tengo que subir y bajar la valija por las escaleras.

 

Uff. Esto fue agotador. Me dio sed. Salgo de la estación, y hay unas maquinitas. Saco una bebida frutal. Tomo bastante, miro el mapa, y arranco a caminar.

 

Hago una cuadra. Encuentro un konbini. Tiene máquinas de Gashapones en la puerta. Hay de Sailor Moon!! Contentísima, busco monedas y saco una bola. La abro. Tiene la parte de arriba de un cetro. Qué lindo que es! Se puede abrir, y adentro tiene un espejito. Quiero otro. Las monedas que tengo no me alcanzan. Entro al konbini y le pido cambio a la chica de la caja.

 

Salgo y saco otro. Acá hay ceniceros y banquito. Me prendo un pucho, me siento, y abro la bola. Otro cetro distinto. Que lindos que son.

 

Vuelvo a mirar el mapa, y sigo camino. Las calles son angostas. Uh! Un templo. Le voy a sacar fotos. El día está nublado. Hay toris sobre la calle, haciendo de arcos. Fotografío todo.

 

 

Llego a una vía. Es la primera vez que cruzo un paso a nivel en Japón. Las barreras se bajan, y toda la gente espera detrás. También sobre la calle. A esta hora del día se convierte en peatonal. El tren pasa rápido y ya podemos cruzar.

 

Vuelvo a mirar el mapa. Camino un rato por la peatonal. Hay negocios de comida, de ropa. Nada me interesa demasiado por el momento. Doblo a la izquierda. Ahí a media cuadra, está el café de Barry. Tiene una bandera estadounidense colgando.

 

Entro, es chiquito. Solo tiene un par de mesas. La barra está al fondo. Y una puerta que asumo, da a la cocina. A mi izquierda hay una escalera. Tiene estantes con muchos libros.

 

No hay nadie. Digo hola, y de la puerta detrás de la barra, sale un gordo grandote. No es oriental y tiene mucha cara de orto. Le digo que soy Laura y que busco a Barry. Mientras tanto, desensillo y me siento. Sale un señor muy alegre, al grito de: Hello Princess! Tiene una chomba roja. Me recibe muy bien. Me pregunta como estuvo el viaje, y me ofrece algo para comer, y un café. Le digo que si, por favor!

 

Me sirve el café, y un cheesecake americano. Mmmm, está muy rico. Tenía hambre. No pude comer el almuerzo que me dio el Sr. Shigeji…

 

Entra un señor oriental, y se sienta en otra mesa. Habla animadamente con Barry. Un poco en inglés, y un poco en japonés. Me lo presenta, y me dice que enseña inglés en el piso de arriba. Por eso tantos libros en la escalera…

 

Le ofrezco a Barry, el almuerzo con pescado, le digo que yo no como eso. A él no le gusta el pescado, pero al señor oriental sí. Así que se lo damos a él.

 

Barry me cuenta que hoy, festejan el día de Acción de Gracias. Que está muy ocupado cocinando pavo, y todas esas comidas tradicionales yanquis. Hoy hacen fiesta en el café, y me invita a que venga. Mmmm, quizás sea divertido. Me pide que espere un rato, su hijo me va a llevar en auto hasta el departamento.

 

Mientras espero, charlamos un poco, y me tomo un segundo café. Abren la puerta y entra un flaco que está buenísimo. Es el hijo de Barry. Snif, que suerte tengo. Es pendejo, pero está muy bien.

 

Me lo presenta. Hace algún chiste. Me despido de Barry, y nos vamos. Se llama Joe. Caminamos hasta el estacionamiento que está a mitad de cuadra. El auto es muy grande, tipo camioneta, tiene espacio atrás y muchas cosas adentro. Joe me sube la valija, y subimos. Otra vez, me olvido de ponerme el cinturón, y el auto empieza a pitar. Que argentina soy.

 

Me pregunta si me gusta Japón. Le digo que mucho, que no me voy a querer ir. Me dice que puedo quedarme si quiero, podría enseñar español. Que él aprendió lo básico del japonés en seis meses. Lo que él no sabe, es que la visa es bastante difícil de conseguir.

Barry, está casado con una japonesa. Por ende, todos pueden tener papeles de un modo más fácil.

 

En el viaje, charlamos de todo. Me pregunta de qué trabajo. Camarera. Le digo que me gusta, y que siempre puedo hacer plata en propinas. Me dice que claro, que si soy linda, es mucho más fácil. Bueno, gracias por el piropo Joe.

 

Me pregunta si fumo. Le digo que sí, y que también me gusta tomar birra. Me dice que a él también. Me cuenta que en el departamento que yo alquilo, no se puede fumar. Pero que lo haga en el balcón, él no va a decir nada a su papá. Le agradezco sonriendo.

 

Llegamos. Es un edificio de dos pisos. Enfrente hay un 7-eleven. Las calles tienen formas raras. Las escaleras del edificio son al aire libre. Joe baja mi valija, y la carga hasta el primer piso. Los pasillos son como balcones, también al aire libre.

 

Abre la puerta del departamento. Nos sacamos las zapatillas en el hall, y entramos. Es bastante espacioso. Grande comparado a los otros lugares donde me quedé hasta ahora. Me muestra el funcionamiento de todo. Hablamos un toque y lo acompaño a la puerta. Nos quedamos mirando, no sé, como si esperara que yo le dijera algo. Bueno, chau; le digo. Cierro la puerta y se va. Entro, y me siento una pelotuda. Porque no le dijiste de tomar unas birras, boluda?! Si te dice que no, ya fue. Pero si te dice que sí, está re bueno.

 

Bueh, me da una re bronca. Salgo al balcón, me fumo un pucho, y me voy enfrente a comprar al konbini.

Como me quedo unos días, compro unos cuantos víveres. Cruzo la calle, y vuelvo al departamento. El 7-eleven queda a solo unos metros.

 

 

En el balcón hay un lavarropas que Joe me enseñó a usar. Busco la ropa sucia, y pongo a lavar. Me quedo en el balcón tomando una cerveza y fumando un pucho. Está por atardecer. Pero el clima acá en Kyoto no es frío como en Toyama. A esta hora puedo estar re tranqui acá afuera.

 

Como unos snacks con la birra. El lavarropas termina el lavado. La ropa esta toda con polvo de jabón. Qué raro…

Empiezo a investigar el lavarropas y me doy cuenta que lavé la ropa en seco. Que pelotuda! Tenía que abrir la canilla del costado para que tire agua. Bueno, me perdí entre tanta explicación que me dio, encima en inglés. Y aparte él, era lindo, y no me podía concentrar.

 

Pongo de nuevo a lavar lo mismo, pero bien. Me voy a bañar. El baño tiene un pequeño ofuro en una esquina. Son las bañaderas profundas y chicas, para que te sientes con las piernas flexionadas. Son para darte un baño de inmersión corto, y con agua muy caliente. Supuestamente, tiene propiedades terapéuticas bañarse con el agua así.

 

Al lado, hay una ducha. Antes de entrar al ofuro, hay que sacarse la suciedad. Ufa, de nuevo no sé cuál es el shampoo y la crema enjuague. Hago lo que me parece, y salgo. El pelo no se desenreda tan fácilmente. No sé si los acondicionadores de acá son una cagada porque ellos tienen el pelo lacio, o es que me estoy confundiendo.

 

Busco la ropa, y esta vez se lavó bien. Vamooo! La cuelgo en el balcón. Me tomo otra cerveza y fumo. Ya está anocheciendo. Pero es temprano aún. Debería hacer algo.

 

Miro la zona en google maps. No veo nada demasiado interesante. Le mando un mensaje a Barry, y le digo que voy a su café. Me contesta que vaya caminando, es un barrio seguro y no pasa nada.

 

Me pongo un vestido y me arreglo. Salgo del edificio, cruzo el konbini, y agarro una calle medio en diagonal. Barry me dijo que fuera derecho por ahí. Me toma 25 minutos aprox, si voy caminando.

 

Ya es de noche, no hay nadie por estas calles. No entiendo cómo me las arreglo para siempre, ir por lugares donde no hay gente. Muy cada tanto pasa un auto. Cruzo puentes, con canales que corren debajo. A esta hora ya está un poco fresco. Tengo unas ganas de fumar un pucho caminando. Acá en Japón, está prohibido. Pero realmente, no hay nadie. Estoy completamente sola. Ya fue, nadie me va a ver. Siento el placer de fumar caminando al aire libre. Viene un auto. Escondo el pucho como si estuviera fumando un porro. Tengo miedo de que me reten o me miren mal.

 

Termino el cigarrillo, lo apago en el piso y guardo la colilla en una cajita de puchos vacía que tengo. No quiero hacer mugre. Estoy en Japón, acá está todo muy limpio.

 

Después de caminar un rato, llego al café. Tiene las paredes vidriadas, así que puedo ver hacia adentro. Hay unos japoneses cantando y tocando la guitarra. Están parados frente a la puerta y no puedo entrar. Joe me ve, y me hace señas de que espere.

 

Desde adentro, un japonés de gorrita me mira. Se le abren mucho los ojos cuando me ve, no sé cómo hizo. Es lindo, así que lo miro.

 

Pasa una señora con un perro grandote, peludo y muy lindo. Lo llamo y se acerca, lo acaricio. Ella me sonríe y me dice algo en japonés. Le hago señas de que no entiendo. Sale Joe y habla con la señora. Me pregunta si quiero entrar. Eeehh sí, me gustaría irme con vos, pero no me animo a decirte, así que entremos.

 

Pasamos, y la banda sigue tocando. Le piden temas. Están todos comiendo pavo y bebiendo. Voy a la barra y me pido una birra. Una corona. Este bar es yanqui, no tiene bebidas japonesas. Sale Barry de la cocina, al grito de: Hello Princess! Que tierno es que me diga así. Me ofrece comida. Ya sabe que soy vegetariana, así que me sirve un pastel de calabaza. Nunca probé estas cosas yanquis! A ver… Mmmm, un poco dulce, pero es rico. En la barra hay una bandeja llena de verduras crudas, y una salsa caesar en el medio. Esto si me gusta! Está re bueno para comerlo con birra. Barry va y viene trayendo comida. Le pregunto a Joe, si puedo fumar en algún lado. Me dice que en la puerta está bien.

 

Mientras fumo, sale Joe con el gordo cara de culo. Se van. Me cuenta que mañana trabaja temprano. Que cagada, yo me lo quería re levantar. Nuevamente, antes de despedirse, se me queda mirando. Como esperando que le diga algo. Estás con un gordo cara de culo al lado, que queres que te diga? Chauchis. Termino, y vuelvo a entrar.

 

Voy a mi lugar en la barra, y me pido otra birra. Se las pago en el momento. Mientras, sigo comiendo las verduritas. Son muy ricas, me encantan. El chico de gorra me sigue mirando.

 

Se acerca un japonés a la barra, para servirse pavo. Me habla en inglés y me pregunta de dónde soy. Nos quedamos charlando, habla muy bien inglés. Estudia en el piso de arriba. No es lindo, pero es copado. Se llama Kazutoyo. Barry sale de la cocina y se une a nuestra charla. Les cuento cosas de mi país, y me cuentan cosas de ellos. Tenemos una charla muy animada.

 

Vuelvo a salir para fumar un pucho. El japonés lindo de gorrita sale atrás mío. Quiere hablarme. Le hablo en inglés y no entiende. La puta madre! No sabe inglés y yo no sé japonés!!

Fumamos sin poder hablarnos, y entramos. Snif.

 

Mi lugar en la barra, sigue libre. Me pido otra birra, y seguimos la charla con Barry y Kazutoyo. Empiezan a zapar con las guitarras. El chico de gorrita toca bien. Qué lindo es todo esto! Acá, todos bebiendo, comiendo, tocando la guitarra y cantando. La estoy pasando muy bien!

 

 

Se acerca un chico a la barra, y también me habla en inglés. Es lindo, pero chiquito. Le cuento que vengo de Argentina, y me habla de Messi. Jaja! También me dice algo sobre el pavo. Le contesto que no como eso, soy vegetariana. Me dice que por eso soy tan delgada. Un japonés me dijo que soy delgada! Debo estar flaca en serio, que felicidad.

 

Le pregunto a Barry, como cobra la comida que está sirviendo. Veo que todos pagan sus bebidas, pero nadie paga la comida. Me dice que la comida es gratis. Pero tiene un tarro de donaciones. Esa plata que junta ahí, es para comprar cosas para los pobres. El tarro tiene muchas monedas. Acá en Japón, solo el dinero grande es en billete. Le pongo un billete de 1000 yenes. Me alimentó de día, de noche, y nunca me cobró. No quiero ser canuta.

 

El tiempo pasa, entre comida, bebida y guitarreada. Kazutoyo me agrega al Facebook y nos sacamos una foto de recuerdo. Miro la hora. Van a ser las 11. Ya es medio tarde. Debería irme. Estoy un toque ebria, y mañana tengo un día atareado.

 

Le pregunto a Barry, si puedo volver caminando. No sé si es seguro siendo más tarde. Me dice que lo banque, que él también se va a ir, así que me lleva en la camioneta hasta el departamento. Joyaaa, me ahorro la caminata en ebriedad.

 

Le deja unas indicaciones a su hijo mayor, nos despedimos de todos y salimos. La peatonal está desierta. Afuera, está el chico lindo de gorrita fumando. Nos acompaña media cuadra hasta el estacionamiento. Subimos a la camioneta, y se queda del lado de mi ventanilla, hablando con Barry en japonés. Está un poco ebrio, igual que yo. Lo saludo con una sonrisa, y arrancamos. Barry me comenta, que es un buen chico.

 

En el viaje, me enseña como separar la basura. Acá reciclan, y todo va por separado. Me cuenta que el quilombo que tiene atrás, en la camioneta, es porque todos los domingos llevan cosas para los pobres. Junta ropa, frazadas, y todo tipo de cosas útiles.

 

También hablamos del peligro en Japón. Me dice que a veces hay algún loco, como en cualquier parte del mundo. Pero que es un país muy seguro. Le pregunto sobre los Yakuza. Me dice que no es tanto como se los pinta. Que son gente que hace sus “negocios”. Me da a entender, que no es una mafia terrible a los que hay que evitar a toda costa. Los japoneses tienen otra mirada sobre el peligro. Es entendible.

 

Me deja en la puerta del departamento, deseándome un buen día para mañana. Subo, y voy al balcón. Me tomo una birrita más, con un puchito. No puedo con mi genio, je. El konbini de enfrente sigue abierto. Parece que está las 24 hs. Que bueno! Me entretengo observando a la gente que, cada tanto, entra y sale.

 

Pienso. Ya es tarde. Para ir a Bamboo Forest hay que ir muuuyyy temprano. Sino, se llena de gente y no se puede ni caminar. Voy a dormir muy poco...

Bueno, invierto los días. Mañana voy a Nara, y pasado, al bosque de bambú.

 

Me fijo que tren debo tomar mañana para ir a Nara. La estación está cerca de acá. Y Nara también. Buenísimo, no me tengo que levantar recontra temprano.

 

Las cervecitas me dieron sueño. Ya es hora de descansar. Fue un lindo día. Atípico. Nunca había festejado el día de acción de gracias. Hoy, tengo un nuevo hogar. Esta noche, duermo en Kyoto.

 


coordenadas:

 

Acá les dejo un mapita, con algunos de los lugares que les comenté en esta entrada.

 


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