EL DÍA QUE VIAJÉ A JAPÓN

 

 Era domingo. Los domingos suelo levantarme a cualquier hora y vaguear todo el día, porque es mi único día franco y lo aprovecho siempre lo mejor que puedo. Pero este no era un domingo cualquiera. Empezaban mis vacaciones. Pero estas no eran unas vacaciones cualquiera. Me iba a Japón. El sueño de más de la mitad de mi vida, estaba por cumplirse.

 

Tenía miedos, nunca había viajado en avión. Nunca me había ido de vacaciones sola. Pero quería hacerlo, lo necesitaba. Este sueño tenía que cumplirlo sola, sabía que, de esa manera, iba a disfrutarlo muchísimo más.

 

Me preocupaban mis gatos. Se quedaban con las mejores niñeras, pero nunca me había ido tanto tiempo. Me convencieron y me auto convencí de que no iba a pasar nada. Ya tenía casi todo listo. Terminé de guardar algunas cosas, dejé notas para las nanas y esperé que pasaran mis viejos a buscarme, se ofrecieron a llevarme al aeropuerto y acepté. Mejor empiezo el viaje sola desde el aeropuerto, no?

 

Ya hacer el check in y despachar la valija es algo muy nuevo para mí. Me está empezando a dar más cagazo. Que hago si me da claustrofobia o vértigo el avión? Tres aviones me tengo que tomar para llegar a destino. Son 30 horas de vuelo. También tengo que pasar de avión en avión y hacer tramiterío en el medio. Y si me pierdo un vuelo? Qué hago? No sé si van a entender mi inglés de mierda. Bueno, tranquila Laura, ya estás acá, vos podes.

 

 

Me despido de mis padres y entro. Contenta, emocionada y cagada, todo al mismo tiempo. Ya estaba sola, completamente a mi merced. Paso por migraciones y toda la boludez de revisación. Ya está, me voy a sentar en estos sillones que dan a la pista así miro los aviones. Sigo emocionada y nerviosa. Me quiero fumar un pucho. Pregunto y es un aeropuerto libre de humo. Bueh... Tendré que esperar al próximo aeropuerto, Atlanta.

 

 

Es la hora. Subo al avión. Wow, que loco que es todo. Nunca estuve en uno. Me acomodo. Al rato llega mi compañero de viaje, un negro gigante. Pobre, va a ir re incómodo en estos pequeños espacios. Me pone muy ansiosa ir a algún lado. Quiero llegar ya. Como voy a hacer para estar 11 horas sentada acá? Me va a doler el cuerpo seguro. Y después me quedan dos vuelos más. Aguantá, vos podes.

 

Mi compañero de viaje se llama Thobos. Pedimos vino, brindamos y charlamos. Me pregunta sobre mí y me cuenta sobre él. Es del Congo. Y trabaja haciendo shows de danzas africanas. Hablamos en inglés. Me doy cuenta que no soy tan mala con el idioma. Es raro, lo aprendí viendo películas y series.

Mi comida vegetariana la verdad que es medio pelo, no tiene gusto a nada. Pero Thobos me regala sus postres y golosinas porque a él no le gustan los dulces. Qué bien! Me encanta conocer gente.

 

Empiezan a apagar las luces, y afuera hay tormenta. No me da miedo, y me doy cuenta que viajar en avión tampoco. Bien! Un miedo menos.

 

No duermo casi nada, llegamos a Atlanta. Son las 6 de la mañana. Me siento sucia y me duele el cuerpo. Me despido de Thobos, él se va a Florida. Yo, a Detroit. Tengo una hora y media hasta el próximo vuelo. Hay muchísima gente en este lugar. Pregunto y aparentemente hago la fila en el lugar correcto. Esto va muy lento. Haré a tiempo?

 

Estoy muy cansada. Quiero ir al baño, quiero fumar, quiero comer! Sigue todo muy lento. El tiempo me está apremiando. Mucha gente se queja. Finalmente me toca a mí. Ya perdí mi vuelo. Estoy enojada y quiero llorar. Que hago ahora? Le contesto bastante como el culo al policía de migraciones. Paso y voy a buscar mi valija. Es una de las ultimas. Ya no estan en la cinta, las cuida un oficial. Me dicen que vaya al mostrador de Delta, mi aerolínea.

 

Un señor con bigotes blancos me atiende, le explico con mi inglés pedorro que en migraciones eran muy lentos y me hicieron perder el vuelo. El señor tipea en su pc, habla por teléfono. No entiendo qué carajo pasa. Realmente necesito ir al baño y fumar! Ya mis nervios se convirtieron en desahucio. Pero tengo esperanzas de que nada me puede ir tan mal. El señor de bigotes blancos me anuncia que me consiguieron un vuelo directo a Narita, solo tengo que esperar dos horas y me voy a Japón. Vamoooooo!!

 

Mi nuevo ticket! Si!
Mi nuevo ticket! Si!

 

Me voy re contenta con mi nuevo pasaje, buscando un baño desesperadamente. Está muy limpio. Hago mis necesidades y me aseo todo lo que puedo. Me lavo los dientes, la cara, me maquillo de nuevo, me cambio de ropa, y salgo divina a buscar un sector fumadores.

 

Sector fumadores del Aeropuerto de Atlanta.
Sector fumadores del Aeropuerto de Atlanta.

 

Sigo cansada, pero qué bueno! Ya estoy "limpia", puedo fumar y relajarme un rato. Tengo poca batería en el celular. 

 

Quiero comer, me siento con pocas fuerzas. Busco y busco, pero para vegetarianos hay casi nada. Me como unas papas fritas y un jugo de frutas, a las 10 de la mañana.

 

Cargo un poquito el celular. Ya es la hora de mi último vuelo. Serán 14 horas de viaje. Ufff. Paciencia, Laura.

 

Este vuelo me tocó de culo, así que no puedo elegir donde sentarme. Subo. Me toca en el asiento del medio. Un oriental de un lado, un yanqui del otro. La puta madre, tengo piernas largas, no podré cambiar a posiciones estrafalarias como lo hice cuando fui en la ventana. Agua y ajo Laurita.

 

Hay azafatas que son orientales, todo esto me da un poco de emoción. Estoy más cerca. Despegamos y ya fue, me tomo una birra. Puedo elegir Asahi. Wow, ya casi estoy en Japón.

 

Quiero cargar el celular. Es un avión viejo y no tiene enchufes. Bueno, espero que no se preocupen mucho en casa, mejor miro una película y trato de dormirme.

 

El cansancio y el stress es mucho. Duermo gran parte del viaje. Me despierto, y estamos llegando. No puedo creerlo, estoy en Japón.


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