EL DÍA QUE CONOCÍ A RUMI

Puse la alarma temprano. Aun no son las 8. Hoy es un día especial. Voy  a Wakayama. Cuando le conté a algunas personas, acá en Japón, que iba para ahí, todos me dijeron: Que vas a hacer en Wakayama? No hay nada. Pero para mí si hay algo. Vive mi amiga Rumi.

 

Nos conocimos por Facebook, hace unos años. Siempre le dije que cuando fuera a Japón iba a ir a visitarla. Lo dije pensando que era un sueño muy lejano, y que lo más probable, no se cumpliera.

Pero lo logré, estoy en Japón! Y yo cumplo mis promesas. Así que hoy, me voy a conocer a Rumi y pasar el día con ella.

 

Me preparo y me hago un café. Me abrigo, y lo tomo en el balcón. Fumando un pucho y mirando mi barrio, en Kyoto. No voy a comer nada. Voy a pasar por el café de Barry a desayunar. Regala el desayuno a sus huéspedes. Y aparte, de ahí tengo unos trenes más directos para Wakayama.

 

Me pongo las zapatillas en el hall de casa, y salgo. Cruzo la calle, paso por el konbini y doblo a mi derecha. Después a la izquierda, y sigo derecho. Oh! Un puente y un canal! Tiene arboles y colores. Que lindo! Me detengo un rato y saco unas fotos. Que lindo debe ser vivir por acá. Te vas a hacer las compras, y tenes este lindo paisaje en el camino.

 

 

 

Bueno, voy a continuar. Deben ser, aprox, 20 cuadras. Voy tranquila, mirando todo, y disfrutando la caminata. Muy cada tanto me cruzo gente o algún auto. Nunca se dónde está la gente en Japón.

 

Hace frío. Está nublado. Hoy hay pronóstico de lluvias.

Entro a la peatonal que me lleva al café de Barry. Está bastante desierta. Casi todos los locales en Japón, abren a las 10, y son las 9. Doblo a la derecha, y llego.

 

Entro y no veo a nadie, como la primera vez que vine. Tiro un Hello, y aparece el hijo mayor de Barry. Me saluda y llama a su papá. Todo se repite, como el día que llegué. Barry sale de la cocina al grito de Hello Princess! Hablamos un toque y me dice que me va a preparar un desayuno rico para tener energías el resto del día. Me siento bien que alguien se preocupe porque coma bien. Estoy sola acá, y es lindo sentirse cuidada. Aparte en las noches, Barry me mandó mensaje preguntando como había ido mi día y que, si necesitaba algo, le avise.

 

Vuelve a la cocina, y yo hablo con Rumi por messenger. Miro los mapas y horarios de trenes. Le aviso que estaré llegando entre las 12 y la 1 del mediodía.

 

Vuelve Barry. Con mi taza de café, unas tostadas francesas, manteca, miel, y fruta. Mmmm, que rico. Nunca probé tostadas así. Decido que me gustan mucho.

 

 

 

Le pido una segunda taza de café. Cuando la termino, como mis manzanas.

Me alisto y me preparo para partir. Barry y su hijo me desean buen viaje y que la pase bien en Wakayama. Thanks!

Me fumo un pucho en la puerta y arranco.

 

Camino hasta la estación Momoyama, aquella donde me bajé el día que llegué a lo de Barry. Tomo el tren y me bajo en la estación de Kyoto. De ahí tomo un Shinkansen. Solo tiene tres paradas y tardo una hora y media.

 

Voy mirando el paisaje y me pongo un toque nerviosa. No la conozco a Rumi, y vamos a pasar el día juntas. Nos llevaremos bien? Podremos hablar? La mayoría de los japoneses son muy tranquilos y poco demostrativos. Yo soy todo lo contrario. Esto es como tener una cita a ciegas. Que ansiedad!

 

En la mitad del camino, me doy cuenta que me confundí, y que este tren hace más paradas. Por lo tanto, voy a tardar un poquito más.

Le aviso a Rumi y le pido que me disculpe. Me dice que no hay problema, que me espera en la salida oeste de la estación de Wakayama.

 

Finalmente llego. Que nervios! Como la saludo? Yo le daría un re abrazo, pero no sé cómo son ellos.

Veo una puerta al exterior. Voy a ver si es la salida oeste. Vengo distraída mirando, y Rumi aparece por mi derecha gritando emocionada y pegándome un abrazo! Eeehhh!! Hello Rumiii!! No me esperaba este recibimiento, snif, que linda.

 

Me dice que vayamos a buscar su auto. Es pequeño y tiene muchos muñequitos y cositas lindas adentro. Las alfombras son del demonio de Tasmania. Si, lo son! Y sobre el tablero tiene muñequitos de pandas. Le digo que su auto es muy lindo y tierno. Me encanta.

 

Arranca y empieza a pitar la alarma. Obvio, no me puse el cinturón de seguridad, jeje.

Me dice si quiero ir a Awashima shrine. No sé qué es, pero adonde ella quiera ir, que me lleve. Lo único que tengo claro que quiero ver en Wakayama, es el tren de la gatita Tama.

 

Me comenta que es un santuario lleno de muñecas. Algo así como un funeral para ellas. Solo al decir las palabras funeral y muñecas, se me iluminaron los ojos. Y sí, soy creepy. No entendí muy bien a que se refería, así que me re imaginé una procesión y todo un funeral para las muñequitas.

 

Vamos escuchando metal. Y Rumi es de lo más simpática.  Creo que va a ser un buen día.

 

Voy mirando todo Wakayama por la ventana. Pasamos por un 7-eleven, y le digo emocionada, hasta casi fanatizada, que siempre compro en estos, para comer por ahí. Rumi se ríe.

 

Llegamos a Awashima Shrine. Empieza a garuar. Estacionamos el auto, y antes de bajarnos, Rumi me da un regalo. Es una bolsa de tela rosa. Adentro tiene un monedero con estampas de sushi, y un gatito colgante, forrado en una tela negra, y tiene cascabel adentro. Aawww que lindo! Arigatou Rumi! Me muestra que ella tiene un gatito igual, pero en blanco.

 

Yo también le traje algo. Dulce de leche y alfajor. Quiero que pruebe algo, que acá en Japón no va a conseguir.

Después de intercambiar regalos, bajamos del auto.

 

Es un santuario, y no hay nadie. En el templo principal hay muchas muñecas. Me parecen hermosas y les saco fotos. Ahora entiendo mejor. No hacen funerales a muñecos, solo es un decir. Cuando una muñeca se descarta, no la tiran. Piensan que tiene espíritu dentro, entonces las dejan en este santuario. Y parece ser, que es un lugar dedicado especialmente para las mujeres. 

 

 

Empezamos a recorrer. Cada sector, tiene muñecos distintos. Y son para pedir distintas cosas. Hay uno de maneki neko. Otro con estatuillas de guerreros. Otro con Darumas. Otro con figuras de sapos. Otro con máscaras. Otro con animalitos. Hay un montón! Nos entretenemos un rato, y Rumi va leyendo para que es cada uno y me cuenta.

 

Y este? Para que es? Para pedir quedar embarazada, me dice. Ponemos las dos cara de espanto y huimos de ese sector. Ahí no queremos pedir nada! 

 

 

Volvemos al templo principal, y me dice que ahí, puedo pedir lo que quiero. Así que me enseña como es. Tiro una moneda en la urna enfrente mío, a modo de ofrenda. Cierro los ojos, me inclino, y con mis manos juntas como rezando, pido lo que deseo. Después aplaudo dos veces y toco la campana. Rumi ya pidió algo antes que yo.

 

A nuestra derecha hay un mostrador. Tiene muchas urnas distintas con omikuji. No hay nadie que los venda, pero abajo dice el precio. Le pregunto a Rumi, a quien le compro? Me dice que solo tengo que dejar el dinero en la urna correspondiente. Pero pues claro! Estoy en Japón! Acá todos confían en todos. Se siente bien que confíen en vos, aunque no te conozcan. Se siente muy bien!

 

Obvio, elijo uno de gatitos. Saco el monedero y Rumi me dice que no. Que ella me lo invita. Que tierna! Arigatou Rumi!

 

Pone las monedas en la urna y saco un sobrecito con omikuji. Trae un maneki neko para que te guardes de recuerdo. Abrimos mi papelito y está todo en japonés. Pero mi buena amiga Rumi está conmigo. Contenta, me dice que mi fortuna es muy buena, que la ate en el árbol del Santuario. Rumi inmortaliza todos estos momentos en fotos.

 

Ya es la segunda vez, que los oráculos japoneses determinan que tengo buena fortuna. Ojalá tengan razón!

Creo que ya vimos todo, así que nos vamos. Me pregunta si quiero ir a la Battery trace de Kada. No sé qué carajos es. Me dice que es War remains. Aaahhh ok! Un lugar abandonado de la época de guerra. Otra de mis cosas favoritas en el mundo, lugares abandonados. Parece como si Rumi me conociera a la perfección. Primero muñecas, después un gatito negro, y ahora lugar abandonado. Que felicidad!!

 

 

Subimos al auto y vamos charlando, como podemos, en inglés. Lo que no sabemos decir, lo hacemos con el traductor.

 

Me señala algo así como una montaña. Me dice que ahí vamos. Wtf? Me pregunto cómo vamos a llegar hasta ahí arriba.

 

Nos acercamos y empezamos a subir por una carretera en círculos, alrededor de esta "montaña". Después de unas vueltas, llegamos a un espacio abierto. Es como un estacionamiento. Dejamos el auto ahí y seguimos camino a pie.

 

Nos queda un poco de subida, pero no es empinada. Sigue garuando. Los caminos son muy lindos. Están humedecidos por la lluvia y tienen arboles verdes y naranjas a sus costados. Hay hojas en el piso. Se respira otoño en Wakayama.

 

Rumi me cuenta que a veces viene a hacer ejercicio acá. Correr y eso. Le debe gustar porque es tranquilo. No hay nadie. Estamos solas. 

 

Llegamos a un lugar donde hay como unos pasillos de ladrillo y habitaciones vacías. Pasamos por debajo de un túnel oscuro, y llegamos a un claro donde hay dos círculos grandes en el piso. En esos círculos iban los cañones que defendían la bahía de Osaka. 

 

 

Subimos una escalera empinada. Tenemos una hermosa vista. Se ve la isla de Tomogashima. Hay bruma, esta nublado y sigue garuando, pero igualmente, se ve hermoso. 

 

Nos acercamos a algo así como una glorieta de madera. Con mesas y bancos. Me fumo un pucho mientras charlamos y Rumi me cuenta un poco sobre este lugar.

 

Ya no hay más para ver, así que empezamos a descender. Nos cruzamos con una pareja de ancianos que vienen subiendo. Uno de ellos lleva un bastón. Acá en Japón, los viejos tratan de mantenerse activos pese a la edad.

 

Llegamos al claro donde dejamos el auto. Le pido a Rumi que nos saquemos una foto juntas, para el recuerdo. A pesar de que no es un muy buen día para mi pelo, la foto es divina.

 

Arrancamos otra vez. Aún tenemos tiempo. Queremos pasear en Tamaden. Pero sale tipo 4 de la tarde.

 

Pasamos por el castillo de Wakayama. Rumi me pregunta si quiero que vayamos. Está lloviendo. Decidimos ir, la próxima vez que venga. Lo digo convencida. Sé que habrá muchas más oportunidades.

 

Pero tengo hambre. Volvemos a la estación de Wakayama. Rumi me deja ahí y va a estacionar el auto. Vuelve y me pregunta dónde vamos. Hay una cafetería francesa, y un local que se llama Mr. Donut. Elijo el último.

 

Entramos y Rumi agarra una bandeja y pincita. Te servís vos mismo. Todo se ve muy rico y colorido. Me dan ganas de comer uno de cada. Me lee que es cada cosa. Eso que tiene? Es una tostada con huevo, me dice. Uhhh! Quiero eso! También le digo que agarre un donut con forma de hombre de nieve. Está bañado en algo rosa y tiene ojitos. Ella elige algo que parece strudel de manzana.

 

Pasamos al mostrador y le damos la bandeja a la chica. Rumi pide nuestras bebidas. Yo quiero lo de siempre. Un café negro y grande. Me dice que hay sector fumador. Que vaya a sentarme ahí, que ella espera los cafés y me invita la merienda. 

 

 

En este tipo de lugares, en la entrada del sector fumadores hay un mueble que tiene ceniceros. Pero no hay ninguno. Deben haberlos llevado para lavar y no los repusieron aún.

 

Me siento en una mesa contra la pared. Al lado mío hay sentada una chica linda, muy arreglada y perfumada. Está tomando alguna bebida fría. Quizás sea un té. Y fuma.

Me prendo un cigarrillo, y le hago señas de si puede compartir su cenicero conmigo. Asiente sonriéndome.

 

Llega Rumi con nuestros cafés y cositas para comer. Mmmmm. Termino el pucho, y pruebo la tostada. Uuuooo! Es muy rica! Me encanta! Está calentita. Arriba tiene algo así como una mayonesa japo, porque no sabe cómo nuestra mayonesa, no señor. Y también alguna hierba. Como un orégano, pero no lo es.

 

Le digo a Rumi, emocionada, que me gusta mucho. Se ríe contenta. Sé que me apasiono por cualquier pelotudez, y a veces hago sonreír a la gente con esas actitudes.

 

Rumi termina su strudel antes que yo mi tostada. Le digo que coma del hombre de nieve y lo compartamos.

Le saca la cabeza y se la come. Yo me como el cuerpito. Mmmmm es muy rico. Tiene una crema adentro.

 

Ahhhh! Quedamos bien piponas. Me gusta este lugar. Me fumo un cigarrillo y voy al baño. Creemos que ya casi es la hora, así que partimos.

 

Estamos entusiasmadas. Vamos a viajar en Tamaden. Rumi nunca lo hizo tampoco, así que estoy contenta que veamos algo nuevo juntas!

El Tamaden, es un tren que nos lleva desde Wakayama hasta la estación de Kishi.

Lo especial de este tren, es que lleva motivos de la gatita Tama por todos lados. Que quien es la gatita Tama se preguntaran todos ustedes? Es una historia hermosa y muy especial.

 

Esta línea de tren, fue muy usada en su inauguración, pero luego, la gente que la usaba fue mermando, y la compañía quebró. Otra compañía decidió hacerse cargo.

 

El día que la inauguraban, una gatita sin hogar apareció en la estación. Les dio pena, y querían dejarla vivir ahí. Pero por normas y reglamentos no se podía. Entonces, se les ocurrió una idea. Nombraron a la gatita, jefa de estación de Kishi. Y la bautizaron con el nombre de Tama.

 

La gente se enteró, y empezó a usar la línea de tren, solo para ir a ver a Tama. La gatita vagabunda, se hizo muy popular, y la compañía ya no tuvo que preocuparse por un próximo quiebre.

 

Tama, se convirtió en la reina de la estación. Tenía una cama detrás de una vitrina, donde solía dormir, y donde la gente podía verla y admirar su belleza gatuna.

Diseñaron un tren especialmente para ella, el Tamaden. También rediseñaron la estación de Kishi, e inauguraron una cafetería en su honor.

Tenía ropitas y sombrero de jefa de estación, que, alguna que otra vez usaba.

 

Lamentablemente nadie es eterno. Pasaron muchos años y Tama llegó a la tercera edad. Cuando falleció le hicieron un funeral, al cual acudieron más de 3000 personas para despedirla.

 

Pero la estación de Kishi no podía quedarse sin jefa. Adoptaron otra gatita sin hogar y la bautizaron como Nitama. Ni significa dos, así que sería la segunda Tama en líneas de sucesión.

 

Disculpen si los aburrí, pero es que me gusta mucho contar esta historia. Quien me conoce, sabe que el gato es mi animal preferido de todo el mundo entero, así que esta pequeña excursión me emociona demasiado.

 

Bueno, cuestión que, con Rumi, salimos de Mr. Donut y entramos a la estación de Wakayama. Seguimos la señalización plagada de mini tamas por todos lados. En las paredes, en los pisos y en carteles. Imposible no encontrar el andén.

 

 

Rumi habla con el señor de la casilla al lado de los molinetes y nos pide dos boletos ida y vuelta. Me dice que tenemos que volver en el Ichigo train, porque el tamaden que tomamos para ir, es el último del día. Ichigo significa frutilla, así que el tren de vuelta es de frutillas. Vivaaaa!

 

 

Ahí llega el tren! Tiene orejas de gato! Me vuelvo loca! Entramos y solo tiene dos vagones. Los asientos son todos distintos, y los estampados son todos con motivos de Tama. También las paredes y las cortinas. Por los parlantes se escucha un miau. Nos miramos con Rumi entusiasmadas y exclamamos al estilo japonés! Wwwooo! Sugoi!! 

 

 

Seguimos recorriendo. El piso es de madera y tiene grabadas huellas de gatita. Las lámparas tienen forma de gato. Hay una biblioteca por si el viaje te aburre. También una vitrina con muchos muñecos de Doraemon. Rumi me pregunta si se quién es. Pero claro Rumi! Por favor!

 

Hay un mini corralito para bebes. Y también una especie de jaulita de madera. Adentro lleva una placa conmemorativa de la ya fallecida Tama. Pero cuando vivía y salía de paseo en tren, iba en esa jaulita especial para ella.

 

Con Rumi estamos muy entusiasmadas y sacamos foto de todo! Estoy muy feliz de que descubramos algo nuevo juntas!

 

 

Me dice que mucha gente usa este tren para ir y venir de sus trabajos o escuela. Y si, casi que somos las únicas turistas.

 

Nos sentamos, mientras cada tanto sigue sonando el miau por los parlantes. Estamos en el primer vagón. Observamos todo, y notamos que la conductora es mujer, y que hace todo ella sola. Maneja, para en la estación, sale de la cabina y recibe los tickets de la gente que baja, hace señas a los guardas del andén, entra otra vez en la cabina y arranca.

 

Comentamos esto, mientras pasan algunas estaciones. Repentinamente, en la siguiente estación, sale un hombre de la cabina. Nos miramos asombradas. Donde está la mujer?! En qué momento cambiaron?! Magia. Nos reímos y seguimos viaje. 

 

 

Desde el tren se ve un 7-eleven. Rumi lo señala y volvemos a reír. Solo hace unas horas que nos conocemos y ya tenemos chiste interno, snif, que lindo todo.

 

Finalmente llegamos a destino. Saco unas ultimas fotos y bajamos.

Entramos a la estación de Kishi, y descubrimos que Nitama no está. Ya es tarde, se hizo de noche, y su horario laboral terminó. Buuu. Rumi se apena de que yo no pueda conocer a Nitama. Le digo que no se preocupe. Lo importante es que salimos juntas y conocimos el Tamaden.

 

Hay una vitrina con orejas de gatito. Adentro tiene una estatua de Tama, con sus ropitas de jefa de estación. También fotos y recuerdos. A la derecha, en la pared, hay cuadros con más fotos de Tama. Que hermosa era!

 

 

A nuestra izquierda está el Tama café. Está por cerrar. No podemos tomar nada, pero nos dejan entrar a mirarlo y sacar fotos. Hasta las sillas tienen orejas de gatito! También venden recuerdos. Decido comprar algo, porque esta excursión es muy importante para mí. Los precios son buenos, así que compro una lata de caramelos, que lleva dibujitos de Tama y Nitama. También un muñequito de tela y peluchito. Es Tama con su gorrito de jefa de estación. Rumi también compra uno igual.

Salimos muy contentas con nuestros recuerdos.

 

En la puerta de la cafetería, hay una mesa con sellos. Tienen dibujos de Tama! En Japón, se usa mucho esto de los sellos.

Me re emociono. Pero empezamos a buscar, y nos damos cuenta que no tenemos papel. Mmmm, reviso la bolsa que me dieron recién, con los recuerdos que compré; la pequeña Tama está envuelta en un papel arrugado. Le aviso a Rumi, y ambas sacamos los papeles, los alisamos y los sellamos. 

 

 

Contentas, como siempre, salimos por la otra puerta de la estación. Está lloviendo, pero nos alejamos para poder verla de más lejos.

La estación tiene orejas y ojos de gato. En realidad, son ventanas. También hay unas letras en el techo, que escriben Tama.

Que linda es! Sacamos fotos a todo, y nos sentamos en un banco que hay afuera. Está bajo un techo. No hay cartel de prohibido fumar, y el cenicero está a unos metros, bajo la lluvia. Pensamos que no hay problema, y fumo.

 

 

 

Abro la lata de caramelos y los probamos con Rumi. Mientras tanto, me enseña a saludar en japonés. Mientras repito, pasa una señora y me responde. Me quedo sorprendida. Yo solo estaba aprendiendo. Dice algo en japonés. Rumi me traduce. La señora dice que le parece muy lindo que esté intentando aprender japonés. Aww que tierna. Le digo arigatou con una sonrisa. También nos sonríe y se va.

 

Seguimos charlando y enseñándome cosas en japonés, mientras se hace la hora de que llegue nuestro tren de vuelta.

Rumi mira el reloj, y me dice que vayamos al andén. Ahí viene el Ichigo Train. Pero casi nadie se lo toma de regreso. Todos se fueron a sus casas. Hay solo dos personas más.

 

Tarda un rato en salir, así que investigamos todo. En el andén, Rumi encuentra un mini santuario y me llama. Es para Tama. Le prenden inciensos y esas cositas japos.

 

Volvemos a subir al tren y partimos. Los estampados de los asientos son de frutillas, y hay unos cuadros locos y publicidades con frutillas también.

 

 

Como no hay nadie, elijo sentarnos en unos bancos que tienen una mesita. Me parece re simpático. Apoyo la cámara en la mesa y charlamos.

Le enseño a Rumi, palabras en castellano. Los japoneses no usan erre, así que es muy divertido enseñarle a decir perro. También repito palabras en japonés que ella me dice. Así, vamos pasando el viaje, y llegamos nuevamente a Wakayama.

 

Llegó la hora de partir. Mañana me despido de Kyoto, y tengo que irme temprano.

Rumi me acompaña al andén. Sacamos fotos de la estación, porque tiene cosas muy lindas; y nos sentamos. Me pide que nos saquemos una foto juntas con su celular. Aww, que linda foto! Me abraza y me dice que no quiere que me vaya, y que me va a extrañar. Y que ojalá me pudiera quedar más tiempo. La próxima, será más tiempo. Lo sé. Le agradezco por todo con un abrazo y me despido. 

 

 

Llega el tren y me subo. Busco un asiento del lado de la ventanilla. Rumi espera a que parta y me saluda desde el andén, con una sonrisa. Alguien me está despidiendo con un poco de nostalgia, en una estación de trenes de Japón. Es algo nuevo, raro, y se siente bien; a pesar de que no me quiero ir. Tengo una amiga en Japón. Adiós Rumi! Te voy a extrañar! Hoy fue un día fantástico!

 

Es el primer día que lo paso todo el tiempo acompañada de una persona. Hoy, dejé un poco la soledad de lado.

 

La vuelta lleva su tiempo, así que cuando llego a mi barrio, ya es bastante tarde. Es la última noche que voy a caminar por estas calles, y pasar por debajo de la autopista desolada.

Rápidamente me acostumbro a cada barrio y casa donde me quedo. Me cuesta dejarlos. Ya siento que vivo ahí.

 

Camino, con un poco de nostalgia por las calles oscuras, y llego a mi querido konbini 24 horas. Me compro un ramen que aún no probé. Miro en el freezer y hay helados. Woooo! De chocolate con menta! Me encanta el helado de menta! Y viene con vasito de galletita! Que rico! Será mi último postre en Kyoto. 

 

 

Pago, cruzo la calle y subo a casa. Hoy no camine demasiado, así que no necesito un baño en el ofuro. Solo me doy una ducha.

Salgo, me abro una birra, y me siento en la mesa de la cocina. Tengo que hablar con mis anfitriones y preparar mi viaje de mañana.

 

Tengo un mensaje de Keiko, mi próxima casera. Me pregunta a qué hora voy a llegar mañana. Le tiro un estimativo y le cuento que voy a Okunoshima. Me avisa que tengo que llegar al mediodía más tardar si es así, porque el tren que va para ahí no sale tan seguido, así que podría tomarme el de las 13 horas. Buenísimo que me avisó! Sino podría haber perdido mi excursión.

 

También hablo con Barry. Siendo así, tengo que irme tipo 8 de la mañana, y su café abre a las 9. Le pregunto cómo hago para dejarle la llave. Me dice que no hay problema. Que la deje sobre la mesa y cierre la puerta sin llave. El después va a buscarla. Pero claro, estoy en Japón! Se lamenta por no poder despedirnos y me invita a volver cuando quiera. Me deja buenos deseos para el resto de mis vacaciones. Gracias Barry! Te voy a extrañar! Siempre te preocupaste por mí y de que todo estuviera bien.

 

Fumo un pucho en el balcón, mientras miro la noche de Kyoto una última vez. Voy a extrañar este departamento, este barrio, el konbini ahí enfrente. Ufa. Ya me había acostumbrado.

 

Entro y empiezo a guardar mis cosas. Me dejo sobre una de las camas, la ropa que me voy a poner mañana. Como mi ramen, mientras veo que combinación de trenes tendré que hacer.

Pruebo mi helado de menta con chocolate. Mmmm, está delicioso! Me encanta.

Me lavo los dientes y me acuesto. Es tarde, y mañana será un día ajetreado. Me mudo otra vez.

 


coordenadas:

 

Acá les dejo un mapita, con algunos de los lugares que les comenté en esta entrada.

 


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